Menorca es luz, calma y naturaleza. Distinguida como Reserva de la Biosfera, atesora un litoral de calas y playas paradisíacas, y un paisaje interior que enamora a ciclistas y senderistas. A su valor natural suma un patrimonio de yacimientos prehistóricos monumentales, casas de aire señorial y fortalezas. Tradiciones, cultura y gastronomía completan sus encantos.
Ciutadella de Menorca, considerada la capital histórica de la isla. Su puerto, uno de los lugares más emblemáticos del pueblo, con múltiples terrazas dónde disfrutar de la gastronomía menorquina o de las noches de verano en un entorno de gran belleza junto al mar.
En el centro del casco antiguo encontramos la plaza d’Es Born, dónde se encuentran el Ayuntamiento, el teatro d’Es Born y algunos palacios señoriales de estilo neogótico. La plaza está presidida por el obelisco. De esta plaza parten las estrechas y tortuosas calles de origen medieval, todas ellas reservadas a los peatones, para poder recorrer tan bella ciudad a pie.
En Ciutadella se encuentran algunos de los edificios religiosos más significados. Uno de ellos es la Catedral de Menorca, edificio gótico de más importancia que se conserva en Menorca, construido sobre una antigua mezquita, de la cual se conserva el minarete que sirve de base a la torre del campanario.
Otro de los atractivos turísticos de Ciutadella reside en sus numerosas playas contenientes de las aguas turquesas del Mediterráneo. En la costa oeste de la isla existen numerosas urbanizaciones en torno a calas pequeñas como Cala Blanca o Santandria. Llegando a la costa sur, pasado el faro de Cap d’Artrutx, encontramos Cala’n Bosch y Son Xoriguer, también urbanizadas, y más allá, en el trozo virgen más largo de la costa sur, se hallan Cala’n Turqueta, Son Saura, Es Talaier, Macarelleta y Macarella. En la costa norte, más árida, asolada por la tramontana en invierno, encontramos la urbanizada Cala Morell y las vírgenes La Vall y El Pilar.